jueves, 11 de marzo de 2010

El circo abre sus puertas

Incurablemente subversivo. Foco de miradas prensadas, de dedos acusadores y susurros en forma de bisturí. Sastre italiano de improperios; imán para las discusiones. Rozando la impertinencia en cada cuadro que descompone. Nocivamente escéptico ante las luces de colores y crítico con esa cuchilla empapada en sangre de Afrodita llamada piropo.

En ocasiones, y por mucho que nos altere el sueño, es preferible dejar a la bestia que ronque antes que despertarla.

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