viernes, 5 de noviembre de 2010

Que pase el siguiente

La fórmula MTV ha copulado en las entrañas de Antena Neox. Se ha bajado la bragueta y ha impregnado de semen su interior sin dejar un mísero billete en el tocador. Gracias a ese gesto colonial, ha florecido la versión castellana de un programa de carácter juvenil: Next!

El programa consiste en una batería de citas express: seis personas que se hayan reunidas en un bus tienen que cortejar, de una en una, a otra persona del sexo opuesto (o no, depende de si sacan gays en pantalla), quien busca conocer a alguien especial. Si por ejemplo, el grupo es de chicos y a la chica en común no le gusta el aspirante que tiene delante, le puede decir Next y mandarlo a tomar por culo, oséase, de vuelta al autobús. Los minutos que aguanten los participantes se traducen en euros, y si la chica termina escogiendo a uno, el elegido debe decidir si quedarse con la muchacha o con el dinero.

Hay personas que no duraron ni cinco segundos. Yo no podría volver a mi casa después de algo así. Y ellos tampoco deberían. Quiero decir, que si a mi hijo se le ocurre ir a un programa de ese tipo, para empezar le desheredaría, pero como encima haga el ridículo, le dejo una maleta en la puerta de casa y un mapa con círculos dibujados sobre un par de moteles.

Sinceramente, no entiendo cómo puede haber gente que se ofrezca voluntaria para ser humillada de esa manera. Si se tratara de Humor Amarillo, lo entendería, porque es un programa fomentado en la comedia. Pero en este caso, ¿cómo pretende un chico de bien volver a su barrio después de hacerse el gallito y durar un minuto con una chica que ni le ha mirado a la cara? ¿De verdad compensa un euro atravesar este ridículo? Y por mucho que la chica sea educada, y le haya dicho que aunque le cae muy bien, no es su tipo... ¿merece un puto euro esa pérdida de tiempo?

Normalmente a los aspirantes les ponen pruebas. Hubo un tipo cuya pretendiente, que era jinete, le pidió limpiar sus botas de montura. Nada más terminar, le dijo Next.

¡Zas!

Algunos pensarán, ''pero si participas, puede que encuentres a una tía cojonuda y acabes saliendo con ella". Claro, y si mi tía tuviese pene sería mi tío. Es un show televisivo, no una agencia que distribuye felicidad altruistamente.

Es simple probabilidad. Dudo que los planetas se alineen y coloquen a tu Diosa Esmeralda resoplando por tus carnes. De eso nada. Es más seguro que te rechacen, y encima alguien que puede que ni te guste. Sólo eres un peón que los directivos del show utilizan para abastecer de ingenuos su temporada televisiva. Se aprovechan de vuestro orgullo y de que pretendáis demostrar lo que valéis frente a una hembra. Luego viene la caída y la sangre en las encías.

Hacer el ridículo sólo es justificable en la vida real. Si una chica te gusta y te lanzas a por ella, aunque te vomite encima del asco habrás hecho bien en intentarlo. Olé por tus huevos. La vida es un sinfín de tropiezos que esculpen tu carácter y dan forma a tu persona gracias a la acumulación de experiencia. Todos hemos hecho el ridículo alguna vez. Aprendemos y mejoramos, y la satisfacción de habernos lanzado al vacío no nos la quita nadie. Es mejor intentar algo que no hacerlo, muchacho.

Pero un jodido programa de televisión es otra historia. ¿Qué fin tiene participar en un programa como Next? ¿A quién le interesa lo que yo haga en una cita? Me parece que todo se basa en el placer que a los participantes les produce verse en una pantalla, y en el convencimiento que tienen de ser capaces de salir airosos de una situación que pone a prueba su condición de macho alfa.

Las razones que pueden llevar a alguien a participar en un sitio así son de una índole limitada. Las he rumiado y ninguna me convence.

Y sin embargo, suelo ver el programa cuando llego a casa. Me lo tomo como si fuese ese niño que tortura a las hormigas con una lupa. Quemaos, amiguitos, quemaos en vuestra vanidad.

Que os aproveche vuestra ingestión de ego. Acabaréis por atragantaros.

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