Hace un par de semanas estuve por el norte de la península, y de entre todas las cosas de las que fui testigo, debo destacar un grupo de vídeos que no había tenido la suerte de ver y que ahora conforman una lista de obligado visionado. Se trata de las siguientes perlas:
- Elephant Man
Un keniata con más saque que Falete y una extraña habilidad estomacal.
- The Notorious Adolf Hitler
From da hood, el líder alemán agitando a las masas arias con gracia neoyorquina.
- La Batamanta
Un vídeo muy interesante, ¿verdad, gilipollas?
- Bad Cops en APM
Más cerca de ser hombres de Paco que de Harrelson, estos policías tienen madera para hacer el ridículo.
- Kid Cudi muy trompa.
"All the crazy shit I did tonight, those would be the best memories". De esta seguro que no te acordarás, majo.
- Caídas y Fails 2010
No recuerdo si este era el video que vi, pero vamos, como si lo fuera. El título lo dice todo.
Gracias a Nead por los descubrimientos.
Vitoria, echaré de menos tus vasos de sidra. Boicot al tubo.
viernes, 28 de enero de 2011
miércoles, 26 de enero de 2011
Mareado
Si alguna vez pensaste dar a tu vida un giro de 360º, sólo comentarte que al hacerlo darías una vuelta sobre ti mismo y acabarías en el punto en el que comenzaste. Es decir, que no habría cambio alguno. Así que que recuerda: son 180 los grados necesarios para dar la espalda a tu futuro inmediato.
No deberíamos arrancarnos la piel a mordiscos si a lo largo de nuestra existencia nos equivocamos escogiendo un ángulo, tomando un camino con señalizaciónes ocultas por la nieve o comprando unas zapatillas que nos sientan peor de lo que recordábamos en la tienda. La vida está llena de opciones.

Maldita sea, tengo que hacerme con esta camiseta.
No deberíamos arrancarnos la piel a mordiscos si a lo largo de nuestra existencia nos equivocamos escogiendo un ángulo, tomando un camino con señalizaciónes ocultas por la nieve o comprando unas zapatillas que nos sientan peor de lo que recordábamos en la tienda. La vida está llena de opciones.

Maldita sea, tengo que hacerme con esta camiseta.
miércoles, 5 de enero de 2011
I need a dollar
El hit de Aloe Blacc ha sido la canción seleccionada para empezar el nuevo año. Personalmente, no me encuentro en una etapa de escasez económica, aunque soy consciente de que mi situación se revertirá dentro de poco tiempo. En breves invertiré en mi futuro y necesitaré amortizar el gasto que supone adquirir una cámara fotográfica. Así que cuando la compre y vagabundee en busca de un trabajo, es posible que ande tarareando este tema.
Mención especial a la serie How to make it in America, cuya cabecera la compone esta canción.
Mención especial a la serie How to make it in America, cuya cabecera la compone esta canción.
lunes, 20 de diciembre de 2010
Colisión
- ¿Quieres oir música de los opresores? Adelante, tío.
- ¿Desde cuando la música hip hop es la música del opresor?
- Escúchala bien... Negrata aquí, negrata allá... ¿Crees que los blancos van por ahí llamándose lechoso todo el día? ¡Eh, lechoso! ¿Qué tal va el negocio? ¡Muy bien, blanquito! ¡Diversificando! No tienes la menor idea de dónde procede el hip hop, ¿verdad? En los sesenta teníamos negros inteligentes y bien hablados. Como Wayne Newton, Odie Seal, Eldrich Clivert, Fred Hauton, aquellos negros sabían hablar y la gente los escuchaba. Y el FBI dijo: ¡No, no, no es posible!... Ya sé, daremos a los negros esta música que está hecha por idiotas, y tarde o temprano la copiarán y nadie podrá entender una puta palabra de lo que digan. Fin del problema.
Diálogo extraido de la película Crash, dirigida por Paul Haggis.
- ¿Desde cuando la música hip hop es la música del opresor?
- Escúchala bien... Negrata aquí, negrata allá... ¿Crees que los blancos van por ahí llamándose lechoso todo el día? ¡Eh, lechoso! ¿Qué tal va el negocio? ¡Muy bien, blanquito! ¡Diversificando! No tienes la menor idea de dónde procede el hip hop, ¿verdad? En los sesenta teníamos negros inteligentes y bien hablados. Como Wayne Newton, Odie Seal, Eldrich Clivert, Fred Hauton, aquellos negros sabían hablar y la gente los escuchaba. Y el FBI dijo: ¡No, no, no es posible!... Ya sé, daremos a los negros esta música que está hecha por idiotas, y tarde o temprano la copiarán y nadie podrá entender una puta palabra de lo que digan. Fin del problema.
Diálogo extraido de la película Crash, dirigida por Paul Haggis.
Aw, man!
A las ocho de la mañana me desperté en la parte trasera del coche pensando que ya estaría cerca de mi barrio. Para mi sorpresa, lo primero que vi al abrir los ojos fue una maldita estación de peaje. Íbamos a llegar a Salamanca, muerto de sueño por mi parte y con pocas ganas de salir del banquillo. Sólo supe entonar lo siguiente:
Al final no se trató de una broma, ni de una proposición con reducida fecha de caducidad. Ni falta que hacía, porque a esas alturas de la película el punto de no retorno se alejaba al mirar por el espejo retrovisor. Hacía falta positividad e invocar al espíritu de Van Gaal. Me cambié el asiento con el copiloto y llegamos hasta nuestro destino. Y lo que en un principio nos pareció un acto de locura instantánea, que sin duda lo fue, se convirtió en uno de los mejores sábados del año.
Long Islands a un euro, crudo frío de Los Andes y comida casera caliente; dos baños: uno en la ducha del hotel con agua sacada de la laguna Estigia y otro futbolístico desde Cornellá; copas gratis, chicas guapas y verdadero ambiente universitario; luces amarillas y calles extraidas de Camelot, monumentos apabullantes, cerveza alemana y amplio recorrido de la ciudad. Cientos de locales y la certeza continuada de que iba a ser una buena noche.
Salamanca, we love you.
Al final no se trató de una broma, ni de una proposición con reducida fecha de caducidad. Ni falta que hacía, porque a esas alturas de la película el punto de no retorno se alejaba al mirar por el espejo retrovisor. Hacía falta positividad e invocar al espíritu de Van Gaal. Me cambié el asiento con el copiloto y llegamos hasta nuestro destino. Y lo que en un principio nos pareció un acto de locura instantánea, que sin duda lo fue, se convirtió en uno de los mejores sábados del año.
Long Islands a un euro, crudo frío de Los Andes y comida casera caliente; dos baños: uno en la ducha del hotel con agua sacada de la laguna Estigia y otro futbolístico desde Cornellá; copas gratis, chicas guapas y verdadero ambiente universitario; luces amarillas y calles extraidas de Camelot, monumentos apabullantes, cerveza alemana y amplio recorrido de la ciudad. Cientos de locales y la certeza continuada de que iba a ser una buena noche.
Salamanca, we love you.
Una mañana peleona
Las paredes de la Universidad temblaron y en el hombro me salpicó un poco de techo desprendido. Fue en ese momento, tras el agónico rugido de tripas, cuando me entraron unas ganas mortales de ir al cuarto de baño. El reloj me decía que no era el momento más adecuado, pero ESO tenía que salir, aunque significara llegar tarde al examen.
Una vez convertido el trono de Roca en las ruinas de Nagasaki, salí ciego de satisfacción y dispuesto a limpiarme el culo con la evaluación. Cuando entré en en el aula, todos mis compañeros estaban sentados y a punto de comenzar el examen. Quise ir a mi sitio, pero tras dirigirme una mirada inquisitiva, el profesor negó con la cabeza y señaló la puerta con la misma, como ejemplo ilustrativo de que se negaba a examinarme por mi falta de puntualidad.
No me inmuté. Ni siquiera me planteé salir de la clase. Fui tranquilamente a su mesa, aclaré la voz y me incliné hacia su oído izquierdo.
Le conté la forma que adopta el miedo cuando navega entre café y salchichón. Le hablé de la masa que se forma en el cuerpo a base de gritos y materia en descomposición. Bandidos de mala madre se estremecen como niñas al oír las leyendas de la montaña marrón que encoje las almas y se las come. Le expliqué el nacimiento de la locura, y el río de fluidos fecales en el que desemboca. En definitiva, le hablé de la mierda que me vi obligado a expulsar para que entendiese el por qué de mi tardanza y así me absolviese.
El profesor no movió ni un solo nervio. Los ojos, fijos e inexpresivos, se le humedecieron a medida que sus vasos capilares enrojecían. Abrió la boca y soltó un quejido casi imperceptible, pero que pude descifrar con claridad:
-"Ah... adelante"
Mis compañeros no daban crédito a lo ocurrido. No pudieron escuchar lo que le dije al profesor, pero aún así percibieron aquellas palabras como una intensa declaración de intenciones. Pensaron que le dije alguna barbaridad, algo digno de El Padrino. Cabezas de caballo entre las sábanas y esas cosas. No quise desmentirlo.
Ahora soy Vito Corleone y sé qué forma escoge el terror a las once de la mañana.
Y no, esto nunca ocurrió.
Una vez convertido el trono de Roca en las ruinas de Nagasaki, salí ciego de satisfacción y dispuesto a limpiarme el culo con la evaluación. Cuando entré en en el aula, todos mis compañeros estaban sentados y a punto de comenzar el examen. Quise ir a mi sitio, pero tras dirigirme una mirada inquisitiva, el profesor negó con la cabeza y señaló la puerta con la misma, como ejemplo ilustrativo de que se negaba a examinarme por mi falta de puntualidad.
No me inmuté. Ni siquiera me planteé salir de la clase. Fui tranquilamente a su mesa, aclaré la voz y me incliné hacia su oído izquierdo.
Le conté la forma que adopta el miedo cuando navega entre café y salchichón. Le hablé de la masa que se forma en el cuerpo a base de gritos y materia en descomposición. Bandidos de mala madre se estremecen como niñas al oír las leyendas de la montaña marrón que encoje las almas y se las come. Le expliqué el nacimiento de la locura, y el río de fluidos fecales en el que desemboca. En definitiva, le hablé de la mierda que me vi obligado a expulsar para que entendiese el por qué de mi tardanza y así me absolviese.
El profesor no movió ni un solo nervio. Los ojos, fijos e inexpresivos, se le humedecieron a medida que sus vasos capilares enrojecían. Abrió la boca y soltó un quejido casi imperceptible, pero que pude descifrar con claridad:
-"Ah... adelante"
Mis compañeros no daban crédito a lo ocurrido. No pudieron escuchar lo que le dije al profesor, pero aún así percibieron aquellas palabras como una intensa declaración de intenciones. Pensaron que le dije alguna barbaridad, algo digno de El Padrino. Cabezas de caballo entre las sábanas y esas cosas. No quise desmentirlo.
Ahora soy Vito Corleone y sé qué forma escoge el terror a las once de la mañana.
Y no, esto nunca ocurrió.
martes, 14 de diciembre de 2010
"¿Te parezco gracioso?"
Joe Pesci, uno de los actores fetiches de la época dorada de Scorsese y responsable de dos de los personajes más impactantes de su filmografía, probó suerte en el mundo de la música antes de triunfar como actor. Tras fracasar como solista, en 1998 aprovechó su popularidad para sacar un disco llamado Vincent Laguardia Gambini Sings Just for You, cuyo título está basado en el personaje que él mismo interpretó en la película Mi tío Vinny.
Hasta aquí todo normal, hasta que descubro que el single es un tema de rap. Su nombre es Wise Guy, y en el videoclip Joe Pesci aporta el porte y la presencia de todo un capo mafioso, claramente influenciado por aquellas magistrales interpretaciones que realizó junto al director de joyas como Uno de los Nuestros o Casino.
No seré yo quien juzgue la calidad de la canción, pero creo que la curiosidad es para enmarcarla.
Viendo su compañía femenina, queda claro que Pesci is a wise guy.
Hasta aquí todo normal, hasta que descubro que el single es un tema de rap. Su nombre es Wise Guy, y en el videoclip Joe Pesci aporta el porte y la presencia de todo un capo mafioso, claramente influenciado por aquellas magistrales interpretaciones que realizó junto al director de joyas como Uno de los Nuestros o Casino.
No seré yo quien juzgue la calidad de la canción, pero creo que la curiosidad es para enmarcarla.
Viendo su compañía femenina, queda claro que Pesci is a wise guy.
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