viernes, 4 de marzo de 2011

Subidas y bajadas

Una vez leí que la gente valora sus amistades en función del mutuo grado de complicidad. En mi caso, suelo imaginarme la amistad como un podio enorme en cuyos escalones caben todas las personas que conozco, y donde las más apreciadas ocupan el puesto superior.

Hace unas semanas me encontré con un colega al que años atrás pude llegar a considerar mi amigo. Seguro que conocéis a alguien así: personas que con el paso del tiempo, y por diversos motivos, quedan relegadas a un segundo plano. Mientras manteníamos una aburrida conversación, fui consciente de que los pies de aquel tipo estaban en el borde del escalón. Descendió varios metros delante de mis narices hasta convertirse en un mero conocido, y ahora descansa en un peldaño más cerca del suelo. Creo que sólo es cuestión de tiempo que no le reconozca. Y eso es algo que no me preocupa, porque si llega ese momento significará que nunca fue realmente un amigo, y que por lo tanto, no habré perdido nada.

Los cambios son un hecho.

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