viernes, 23 de octubre de 2009

7:00 AM

Veneno cautivo en una celda de cristal, aromática piscina de ébano líquido... atraviesa el túnel y empújame.

Tú eres quien mantiene las persianas en lo más alto, quien provoca los golpes de batería en mi caja torácica. Quien empuja mi dedo hacia el botón verde para citarnos.

Yo soy quien te ve caer. El que camina y aguanta sin desviarse.
Quien se resiente cuando desapareces.

Invocas al Despertar de los Sentidos para que extienda su silbido a lo largo de las horas, intenso al amanecer y mortecino tras ocultarse el sol... momento en el que disminuye progresivamente su zancada hasta agotarse, enviándome al sarcófago de tela azul.

La seca alarma del despertador despierta al fiambre. El envase de órganos se resiente, necesita combustible.

¿Nos conocemos?

Café, cuánto te he echado de menos, cuánto te odiaré...

2 comentarios:

Caos dijo...

muy poético. Como se nota cuando escribimos sobre algo qye nos gusta, ya sea café, o una mujer...las primeras frases podrían describir casi una situación romántica...saludos

C. Chase dijo...

Esto es digno de enmarcarse.