martes, 20 de octubre de 2009

Sin límite vertical

Llevo tan sólo dos días en la universidad y ya hay un tipo que me produce un intenso malestar en la retina.

Al chaval no le conozco de nada, no sé ni su nombre ni lo que estudia; tampoco sé que ideología defiende, ni su sexualidad. Desconozco la música que le gusta y lo que opina sobre el aborto. Siendo francos, tampoco es que me importe demasiado.

El problema es el siguiente: el chico lleva los pantalones por debajo de la raja del culo, aireando sus calzoncillos por donde pasa; y lo que es peor: se pasea con total impunidad por la cafetería, el rincón de los desayunos, recinto de sagrado respeto hacia el bienestar del estómago vacío.

Como comprenderéis, lo último que quiero ver cerca de mi cara mientras como una crujiente palmera son unos boxer blancos adornados con dibujitos.

¿Intolerante? Pongámonos en situación.

Cuando hablo de que enseña los calzones no me refiero a que muestra la gomita de su ropa interior, o la parte superior de sus nalgas. No soy tan quisquilloso. Hablo de unos pantalones tan caídos, que si el chaval no usase calzoncillos podría agacharse y cagar sin que el cohete rozara sus tejanos. Tan bajos, que llega a los cordones de sus zapatos antes que al cinturón. No sé cómo camina sin parecer un pingüino.

Y no se trata de alguien que use camisetas largas para camuflar minimamente su ropa interior, sino todo lo contrario. Todo lo contrario, repito. Camiseta, calzones, pantalón. Los lleva claramente por partes, como un Megazord. El puto Power Ranger de la vulgaridad.

Por último, y para ser sincero conmigo mismo, me siento en la obligación de aclarar que vengo de una "cultura" donde los pantalones se llevan caídos. Sí, es cierto, pero es que este caso es exagerado, radical. Sobrepasa cualquier límite racional.

Así que en resumidas cuentas, la postal es la de un muchacho que se ha debido gastar una buena pasta en gallumbos, porque si no, no me explico su afán por enseñar a todo el mundo los tapaculos que gasta.

Eso sí, huelga decir que cada uno es libre de vestir como le dé la gana.

No soy quién para dictaminar canones de estética, pero sí para retratarlos, ya que la libertad también abarca el terreno de la expresión, digo yo.

Cada uno que haga lo que le venga en gana. Modernitos, alternatas, fashion victims... cuando se acerque el invierno ya se acordarán de cubrir sus posaderas.

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