miércoles, 14 de octubre de 2009

Señales

Finaliza la sagrada hora de comer.

Una vez recogido el último servilletero de la mesa, bajo a la calle mochila al hombro para asistir a una proyección de cortometrajes en el barrio de Lavapiés. En poco más de una hora me encuentro saliendo de la boca del metro, viaje en autobús incluido. Las placas de las calles son mi brújula. Me dirijo calle arriba, escalando por el asfalto.

Nada más entrar en el local me encuentro con David (compañero de la escuela), quien por cierto está más delgado que de costumbre. Nos saludamos, pagamos la entrada y nos quedamos charlando frente a la barra del bar a la espera de que nos dejen pasar a la sala de proyección.

Mientras intercambiamos información sobre trailers, una mujer de avanzada edad y escasa estatura atraviesa el bar junto a la que debe ser su hija. La chica tiene algún tipo de retraso mental. Se nota por su aspecto, por sus rasgos y expresión. Por su sonrisa. Su cara es rechoncha, como su cuerpo, y su cabello lo sostiene hacia atrás una gruesa diadema blanca. Entra sola en el baño y al minuto sale. Su madre le recrimina el poco tiempo que ha estado dentro, dudosa de que haya hecho algo. Ella emite una risa, un gemido grave más bien, y las dos salen del bar por la puerta principal.

Es entonces cuando me invade el pensamiento que siempre tengo al presenciar una cosa así: si Dios existe, es un hijo de puta. No se puede hacer eso a alguien, no si eres omnipotente.

Los cortos estuvieron bien, en especial uno llamado Basket Bronx. Luego tomamos algo junto a Fran, director de una de las obras expuestas, protagonizada por Pilar Rubio. Cine en la lengua durante la mayor parte del encuentro. Pasan las horas y se hace tarde. Nos despedimos, tomo el largo camino de vuelta y gracias al avanzado estado de la noche acabo cenando solo en el salón, con la luz del televisor como única referencia en la oscuridad.

En La Sexta, Berto sustituye a Andreu en la conducción del programa. Tiene como invitados a Pereza (que es lo que me entra cuando oigo hablar de ellos) y a Lola Dueñas y Pablo Pineda, protagonistas de la película "Yo también", y ganadores de la Concha de Plata por sendas actuaciones. Él tiene síndrome de Down, pero una capacidad sorprendente para expresarse. Es increíble ver lo bien que interactúa teniendo ese trastorno genético.

Pero no, Dios, ni aún así lograrás hacerme cambiar de opinión.
Sigo pensando lo mismo, así que no me compres.

Que te den.

1 comentario:

C. Chase dijo...

A veces nos gusta dejarnos comprar. Todo es más sencillo.


Yo sigo esperando inocentemente a que los de Desperados me manden el cheque, ya sabes.